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martes, 18 de junio de 2013

Competencia sin competidores


El 5 de junio se ha publicado en el BOE el texto aprobado de la Ley 3/2013 de creación de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Dentro de cuatro meses sus diez miembros serán nombrados por real decreto del Gobierno a propuesta del Ministro de Economía y desaparecerán ocho organismos reguladores, entre ellos los de la energía (CNE) y la competencia (CNC). El poder ejecutivo ha capturado todos los organismos reguladores independientes de la economía y la competencia de los mercados energéticos se diluye en la única voluntad del Ministro de Industria. La explicación oficial es el ahorro de costes pero la principal novedad está en las disposiciones adicionales que asignan a los ministerios las funciones que hasta ahora asumían los actuales organismos reguladores.
La disposición adicional octava determina las funciones que asume el Ministerio de Industria, Energía y Turismo en materia de energía, entre ellas la inspección de las instalaciones, su disponibilidad, facturación, condiciones de venta a los consumidores y calidad del servicio; acordar la iniciación e instrucción de expedientes sancionadores; tramitar las reclamaciones planteadas por los consumidores y realizar la liquidación de los costes de transporte y distribución de energía y de los costes permanentes del sistema.
La disposición adicional novena establece que el Ministerio de Industria conocerá la toma de participaciones y adquisición de activos en el sector energético y será el Ministro de Industria, Energía y Turismo quien podrá imponer las condiciones y obligaciones a las sociedades que participen en estas operaciones y supervisar su cumplimiento sin que los informes de la CNMC sean vinculantes.
En la disposición adicional decimoquinta se crea el Consejo Consultivo de Energía como órgano de participación y consulta del Ministerio de Industria, Energía y Turismo y no de la propia CNMC.
Es evidente que se desactiva así el control de los organismos reguladores independientes que vigilaban hasta ahora la competencia de los mercados energéticos y será el poder ejecutivo el único que dictará y supervisará las normas de la competencia. Es un modelo de competencia sin competidores que permite que los mercados sigan cerrados y controlados por los oligopolios actuales.
El modelo energético se consolidará así como un modelo cerrado a la competencia y entrada de nuevos actores, lo cual perjudicará en primer lugar a los consumidores que, sin libertad para elegir, seguirán pagando el modelo más caro y contaminante de los combustibles fósiles. Supone una barrera definitiva a la innovación y a las nuevas tecnologías renovables y de ahorro energético y la continuidad de la falta de transparencia en el funcionamiento del sistema energético. La pérdida de la independencia regulatoria y la concentración de funciones en el Ministerio de Industria convierten a éste en juez y parte. Esta ley lo único que asegura es el inmovilismo de la política energética, por lo que no es difícil aventurar que los problemas seguirán creciendo por una ley que tampoco va ayudar a la reactivación económica.

Vía: Javier García Breva

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